1 de enero de 2007

LOS MUERTOS DEL 2006




El año recién pasado fue particularmente intenso en materia de muertos. Podríamos emular el clásico de R.E.M. “Is the end of the World...” con una cadenciosa enumeración de personajes que el 2007 ya no están. A varios de ellos nos referimos en el blog.

Sin duda, para nuestro país, el muerto más simbólico es Pinochet. Su muerte representa el final de una época: algunos la llamaron eufemísticamente transición. Siguiendo a mi estimado profesor Peña “Las cosas terminan de verdad cuando somos capaces de reconocer sus sombras”. Tales sombras nos acompañarán por mucho tiempo, pero ya no se hablará de búsqueda de justicia ni de castigo. Tampoco de lealtades incondicionales ni disculpas. Sólo quedan las morbosas pero magníficas expresiones de humor gráfico. Para muchos el único consuelo es poder reírse en el momento más frágil del dictador y su familia. También el año pasado murió Stroessner, quién iba a decir que partirían casi juntos.

Hace un par de días, muy lejos de acá, se fue Saddam, el gran amigo del Tío Sam en los años ochentas, el socio estratégico, el contacto comercial. Como cambian las cosas, partió como muchos hubieran querido que se hubiera ido Pinochet. Pero nosotros no somos gringos (evidentemente no podemos hablar en este caso de tribunal imparcial ni independiente, sino de una reedición de Nüremberg, obra y gracia de Estados Unidos y no de Irak) bien por eso, un país que se olvida de su decencia con el ánimo de hacer justicia, a mi juicio, camina en la dirección equivocada.

Muchos otros murieron y antes de terminar el año nadie se acordaba de ellos. Es cuestión de ver los obituarios del año en las numerosas publicaciones, que aprovechan la oportunidad para repetir material: Carlos Helo, José María Langlais, Rocío Durcal, Rocío Jurado, Slodoban Milosevic, Jean Francois Revel, Jorge Porcel, Oriana Fallaci, Sergio Santander, Glenn Ford, Steve Irwin, Patricio Bunster, Milton Friedman, Gabriel Donoso, Robert Altman, Juan Azúa, Gerald Ford y James Brown.

Quedamos nosotros, la piedra en manos del frentista, del jugador de “payaya” o del escultor, es la misma y los resultados del actuar humano pueden ser muy distintos, el 2007 también, en principio nace para que hagamos lo que queramos de él.

Roberto


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