22 de marzo de 2008

La Carne



Hoy, es viernes santo para la iglesia católica; se conmemora el día que Jesús fue torturado y crucificado. Curiosamente en nuestra sociedad mayoritariamente integrada por católicos mal informados, poco comprometidos y poco consecuentes, esta fecha se ha transformado en sinónimo de feriado, (no trabajar) películas religiosas, (algunas mejores que otras) y sobre todo, -más que en ayuno o evitar carnes rojas- el viernes santo implica interesantes almuerzos y cenas protagonizadas por los nunca bien ponderados pescados y mariscos.

El fundamento de este día de recogimiento lo encontremos en el cuarto mandamiento de la Santa Madre Iglesia, que establece: "Ayuno y abstinencia cuando lo manda la Santa Madre Iglesia", a su vez, el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), en su número 2043,
vincula el mandamiento en cuestión con la penitencia orientada a las fiestas litúrgicas como mecanismos para adquirir el dominio sobre nuestros instintos, y la libertad del corazón.

¿Parece esa relación razonable? A mi no me convence para nada, pero paraa seres más puros y espirituales, dignos de salvación eterna, podría tener algún sentido y ello es extremadamente respetable. Lo que resulta a lo menos curioso es constatar como lo que en principio obedecía la lógica de la penitencia, termina siendo nada más que un símbolo arbitrario ¿Qué hay de aquellos a los que no les gustan las carnes rojas? ¿dónde está la penitencia en tal caso? ¿Cómo llegó a masificarse a tal extremo la relación entre viernes santo y las delicias del mar?

En definitiva las sociedades cambian y la actitud de las diversas generaciones de cara a los hitos relevantes de cada tradición histórica también. No sólo en el ámbito religioso: algo similar ocurre con fiestas patrias, haloween, etc. Así la dramática desnaturalización en la forma de conmemorarlos es una expresión más de nuestra fragilidad esencial.

Constatarlo, a pesar de ser agnóstico, me da un poco de pena.

Roberto

18 de marzo de 2008

LA CLASE MEDIA CHILENA




Varios influyentes personajes de nuestra fauna política han debatido recientemente sobre quienes son en definitiva los beneficiarios de la posible eliminación de un tributo que grava las construcciones: casas y departamentos. En tal contexto me parece notable, que todos pretendan defender a la clase media, por una parte, y que muchos asuman ser de clase media, por otra.

Ojo, el debate, se da en el marco de un problema pendiente: como reducir el impuesto a los combustibles (otro gravamen que nos lleva a discutir una cuestión relativamente similar) a través de la eliminación una franquicia impositiva a la construcción, pero sólo para viviendas de un valor aproximado de 80 palitroques (¡genial! una casa así para mí, ni en sueños, ergo, soy de clase media, ¡hurra!)

Entonces salta “Chasquilla” Vidal y alega “No nos vengan con el cuento de la clase media porque para acceder a créditos para comprar casas de 80 millones hay que acreditar un ingreso de un millón 800 mil pesos y no es el promedio de la clase media” (¡naranjas! ya no soy de clase media...) Reacciona con una mueca de espanto entonces Fernando Echeverría, la voz de la Cámara Chilena de la Construcción, corrigiendo al ministro: "hay un error en lo que dice el ministro Vidal porque esto afecta a personas del cuarto y quinto quintil de ingresos, es decir, jefes de hogar que ganan alrededor de $520.000 hacia arriba y no como él dijo que ganen $1.800.000". (¡puta! ¿qué weá soy?)

Vamos viendo: lo cierto es que claramente no hay una estricta coherencia entre lo que las personas asumen e imputan sobre “clases sociales” y las categorías “Casen” que son las que se emplean para definir prioridades y asignaciones de recursos en las políticas públicas. Todos tenemos idea de lo que significa ser pobre, y nadie quiere serlo. A su vez todos, más o menos, entendemos lo mismo por un ciudadano rico, (en dinero ciertamente, lo otro es opinable) y curiosamente, no es que nadie quiera serlo, sino que, quienes lo son, no quieren reconocerlo. ¿Qué hay en el medio? ¿Por qué nos sentimos tan cómodos a medio camino? ¿Por qué todos pretenden ser de clase media y defender a los intereses de la clase media? ¿Existe en el mundo real algo que podamos denominar clase media?. Amigos ¿Son ustedes de clase media?
Sin embargo no creo que sea impresindible definir con precisión tal categoría para concluir si queremos darle cabida o no a algo parecido a la solidaridad en la sociedad chilena: ese debate ya lo zanjamos con cierto cinismo hace bastante tiempo: seremos solidarios mientras el dinero salga del bolsillo ajeno.

Roberto