Podemos señalar que la situación de sometimiento a proceso del ex-dictador Pinochet inmediatamente nos reafirma el norte que como país y sociedad hemos seguido. Siempre la discusión respecto de la importancia o no de los delitos y su correspondencia con la pena es un debate de enormes y variadas aristas, especialmente cuando se comparan delitos económicos con crímenes directos a la vida o integridad de una persona. He aprendido y compartido la postura que los desfalcos a las arcas públicas merecen mayores penas que los delitos a personas individuales por el daño extensivo que provocan (lección de Melón) en programas sociales y que redundan en reproducción de problemas sociales y sicosociales. En fin, parto desde esa visión que puede ser perfectamente cuestionable. El problema al que me enfrento es cuando constato que una persona que utilizó el aparataje del estado para realizar crímenes extendidos contra la vida y la integridad de las personas termina siendo condenado y perseguido judicialmente por evasión de impuestos, valga la anaogía ya hecha con Al Capone. Creo que tal situación inmediatamente nos pone en evidencia de cuales son las prioridades nacionales, a este respecto creo que el seguimiento del paradigma económico y la constante histórica que significa la búsqueda de la estabilidad nacional establece que: No cuestionemos el actuar moral que significa la matanza y represión de miles de chilenos, porque a la larga la legitimidad que otorga la aplicación de justicia y saneamiento social que eso significa (proceso que claramente conlleva inestabilidades sociales dentro de su proceso) significa un esfuerzo que nuestro natural miedo a conformar una sociedad inspirada en la participación y real convivencia (que a estas alturas parece imposible) relega a un último plano. Así mismo, cualquier distorsión que afecte la visión económica imperante ( el marco del caso Riggs por evasión tributaria y uso de pasaporte falsificado) lógicamente va en contra de dicha visión homogeneizadora desde arriba y estabilizadora, visión a su vez, no legítima. A pesar de esta pesadumbre debo señalar que también a estas alturas algo es algo, y como no creo en la grandeza de un dios, si creo en las mínimas satisfacciones que significa la aplicación de la justicia humana, que a la larga algo de venganza conlleva, pero también algo de paz otorga.
Freddy
Este es un tema complicado para mí, porque a menudo me lleva a descubrir enormes inconsecuencias en mis opiniones, inconsecuencias simples e inexcusables como entender que no hay nada más sano para las sociedades y la paz social que dejar que los tribunales apliquen las normas sobre prescripción a todo evento, y al mismo tiempo, tratándose de Augusto, preferir que se le siga torturando judicialmente. ¿Por qué? No aventuraré justificaciones, simplemente expondré los motivos: Uno central y principal: Lo odio. Lo odio porque gracias a él viví buena parte de los mejores años de mi vida sujeto a una dictadura represiva e inmoral. No lo perdono ni lo perdonaré jamás, y eso que el daño que me causó es mínimo comparado con el dolor de las víctimas de las armas de sus secuaces. Se dice que no fue el único y ni siquera el principal de los causantes de tal estado de cosas. Es obvio, según varios de sus biógrafos, parece ser que la influencia de Lucía fue nefasta y tremenda. Por otro lado y de manera increíble en el reciente careo Pinocho-Mamo, el "Tata" llamó a Contreras "Mi General". Parece que nunca terminaremos de sorprendernos. Da lo mismo hoy. Si Europa tuvo su juicio de Nüremberg ¿Por qué nosotros no?
Ahora los casos de defraudaciones, exacciones ilegales, falsificación de instrumentos públicos y privados, enriquecimiento sin causa y otros que sorprendieron a aquellos que sostenían el impresentable argumento que podría sintetizarse señalando "muy asesino podrá haber sido pero no ladrón", me parecen gravísimos también. Más aun si la mayoría de las irregularidades son más recientes y no cabe discutir sobre si el tiempo a borrado en parte la ofensa.
Me parece muy positivo que el juicio histórico sea hoy radical y aparentemente definitivo. Creo, a su vez, que en gran medida eso se ha debido a que con posterioridad al su régimen no sobrevino ningún gobierno de quienes fueron sus partidarios y ahora reniegan de él. De haber sido así, estoy seguro que la situación sería distinta y peor. Pero si mi abuela tuviera ruedas sería bicicleta, ahora no es relevante. Lo importante es, como manifesté, que el juicio histórico parece rubricado e inmodificable, tanto así que a quienes fueron sus instrumentos como Cuadra, simplemente no se les permite trabajar mientras no digan todo lo que saben y sean castigados por la responsabilidad que tienen. En segundo lugar que con el castigo, sea legítimo o no, jurídicamente procedente o no, el efecto preventivo general de las armas estatales (legales y judiciales) parece intenso en términos tales que a nadie se le ocurriría, dárselas de "Pinochet II". Y finalmente que para satisfacción de los negros deseos de venganza de muchos de nosotros hoy sólo su nieta aun lo acompaña. Su nieta y un par de personajes que le fueron a cantar el cumpleaños feliz en alemán... ¿No deja acaso es gesto todo claro? ¿Alguien tiene alguna duda ahora?
Roberto