Algunos periodistas comienzan el análisis de los recientes conflictos estudiantiles valorando la motivación de los jóvenes para dejar a un lado la apatía y luchar por lo que consideran justo para, acto seguido, descargar sus elegantes pero poderosos epítetos en contra de los vándalos, encapuchados, viejas de la mesa y otros elementos, infiltrados o no, además de un sector del propio estudiantado de elite, que incurre en prácticas violentistas y antisociales, rescatando en cierto modo legitimidad a la organización y pretensiones de los estudiantes.
Todo este panorama me genera dudas. Recuerdo una vez, hace más de 15 años que me encontré al “Kanito”, un compañero de curso, trabajando en una tienda de electrodomésticos, meses después de haber salido de cuarto medio y me dijo: “Rabino, puta que es difícil la vida después de salir del colegio”. Una observación honesta y verdadera si consideramos que en su entorno se entendía que una vez que se egresaba de la enseñanza media es el propio joven quien debe hacerse cargo de su vida, financiar sus estudios, conseguir un lugar en el cual vivir. Si así fuera la realidad de la mayoría de los hogares chilenos, creo que no es para nada ilegítimo que dejen la cagada que están dejando en pos de transportarse gratis a sus colegios, no pagar la PSU, no pagar la escolaridad etc., en atención a que todos esos factores determinan lo que va a pasar muy pronto en su vida.
Pero asumiendo que mientras los niños estudian en la media, por regla general son los padres quienes en definitiva aportan la guita, creo que no soy el único que me pregunto por que son ellos los que protestan y no sus padres. Pregunta que creo que encontraría una buena respuesta al poder presenciar el escenario diario en que cada uno de esos estudiantes sale de su casa a los colegios tomados o parados: Si pudiéramos constatar una imágen emotiva de respaldo en que los padres pontifican argumentando: “hijo mío lucha por lo que crees correcto, tienes nuestro apoyo” ¿No nos sentiríamos un poco comprometidos con su causa?
Pero resulta que al transitar frente a los colegios “afectados”, -en mi caso he caminado frente al Liceo 1 (sin bromas por favor amigos) y frente al Liceo de Aplicación- contemplar los rostros de los alumnos que evidencian un placer innegable por el hecho de no estar ”lateándose” en clases desequilibra cualquiera de mis razonamientos.
Se trata de un tema que me supera, sólo tengo dudas
¿Me ayudas con una apreciación más asertiva?
Roberto
Creo que, sin duda, el éxito obtenido por el documental "Actores secundarios" en algo tiene que haber acicateado a los chicos que por primera vez durante años han tomado las cosas en serio.
Mi pasada decepción arraigada en el hecho de la pelea que los secundarios realizaban por objetos materiales y acotados como el pase o la PSU ha pasado a ser una espectante sensación de orgullo al ver que los(as) chicos(as) estan peleando definitiva y sostenidamente por problemas de fondo que tenderían a mejorar estructuralmente la educación pública. Me parece excelente cuestionar la LOCE y definir el valor más importante respecto del tema "calidad" o "libertad" (en términos económicos), cuestionar la eficiencia de la municipalización de la educación como gestora y administradora de la educación pública, revisar en términos reales la eficiencia de la JEC como motor central del mejoramiento de la calidad de la educación. Por fin, temas centrales.
Creo que transformarse en los únicos actores sociales e históricos que en este momento son capaces de poner en problemas el orden establecido (defendido con tanto orgullo y arrogancia por los poderes estatales) en nuestro país, ser los únicos actores del proceso educativo decididos a enfrentar los vicios que a todas luces todos los demás observábamos y palpábamos (profesores, apoderados, etc.) , son razones de sobra para que los veas felices capeando clases formales, porque están realizando la mejor clase de "educación cívica y social" que ninguno de los demás abúlicos miembros de chilito somo capaces de dictar... más allá del resultado cortoplacista de este conflicto.
Freddy