Don Heraldo Muñoz es un político
avezado, nadie podría desmentirlo. Por algo algunos pretenden levantar su
candidatura para que en definitiva asuma la primera magistratura de nuestro
país. Su reciente actuación, consistente
en difundir por redes sociales una caricatura de Cecilia Pérez, vocera del
gobierno actual, de distinto color político, le ha traído muchas críticas. A
nosotros nos permite una reflexión desde la neutralidad.
1. En primer lugar, desde una perspectiva artística, el chiste, que quedó en segundo plano, parece poco original, se trata una fórmula demasiado manoseada. Pero la caricatura en sí no es especialmente vejatoria y revela cierto talento desde la óptica de las artes plásticas.
2. Lo central es, sin duda, que la caricatura política es un subgénero que ha dado que hablar, y con bastante razón se ha dicho (y resuelto) que quienes se instalan en sitios de poder en materia de decisiones públicas están sujetos a un tratamiento distinto que el común de los mortales. Así lo ha resuelto, por ejemplo la Corte Suprema de los Estados Unidos, que consagró dicho estándar en New York Times, ver Time, Inc. v. Hill, 385 U.S. 374, 390 (1967), de manera de brindar “un adecuado "espacio para respirar" a las libertades protegidas por la Primera Enmienda"; criterio reiterado, por ejemplo, en Hustler Magazine ver Falwell, 485 U.S. 46 (1988) 485 U.S. 46. En nuestro sistema la discusión no ha tenido dicha profundidad, pero los principios que lo inspiran en esta parte son más o menos los mismos. En suma, es admisible la creación y difusión de caricaturas como la que hoy nos convoca u otras aún más básicas o groseras pues de lo contrario la afectación de ciertos canales de la libertad de expresión sería aún más perjudicial para una sociedad cualquiera. Existen revistas importantes a nivel planetario que se dedican legítimamente a ello: por lamentables razones que Usted recordará se hizo universalmente conocida la publicación francesa Charlie Hebdo. Nosotros tenemos The Clinic y tuvimos Topaze. Lo anterior evidentemente sin importar si es hombre o mujer el personaje caricaturizado. Insultaría el intelecto de cualquier feminista ahondar en ese punto.
3. Finalmente, creo que un aspecto contingente, pero no menor, tiene que ver
con la idoneidad política del uso por
parte de un político de una caricatura como esta. A mi juicio no tiene nada
de malo si lo hace en su cuenta de Twitter. Distinto sería si lo hiciese en un
ámbito oficial o con recursos públicos no autorizados. Pero no tiene nada de
bueno tampoco: don Heraldo no nos demuestra que sea poco caballero ni misógino,
que duda cabe, porque lo central de una caricatura corriente con rasgos
exagerados, como cualquier otra, no es Cecilia Pérez, es la insinuación de que
el actual gobierno culpa de todos los males de la nación al anterior; sin
embargo, reacciones y críticas como las que sufre don Heraldo eran previsibles
y evitables. Nuestra opinión pública ha sido recientemente despiadada con
políticos que osaron tener cierta cercanía con camisetas de mal gusto. Si un
político tiene tan mal ojo y tan poco cuidado como para proceder de la manera
que lo hizo el Sr. Muñoz en los días que corren, podría ser también errático dirigiendo
destinos a todo nivel.
¿Conocen otros ejemplos?