¿Con qué música asocia usted la
justicia?
Le he preguntado esto varias personas y casi
no he recibido respuestas. La cuestión parece en cierto modo extraña.
Convengamos que más frecuentemente relacionamos ciertas canciones o piezas
musicales a situaciones, ideas o valores; como el amor, la muerte, el triunfo, la
patria, la naturaleza, las estaciones del año, el miedo, la navidad, etc. En
algunos casos por razones muy personales. Por otra parte, mientras hay personas
-como yo- que vivimos permanentemente con música en la cabeza, sea porque suena
en la oficina, en la casa, en el mp3 o simplemente en nuestras mentes; hay
otras para las cuales el asunto parece muy distante.
Mi colega y amigo Ernesto Vásquez, por ejemplo,
es un amante del silencio. Se fue a vivir lejos del ruido buscando la bucólica tranquilidad
de Padre Hurtado, lugar al que llama “una comuna para vivir, soñar, escribir y
amar". Cada vez que lo dice menciona los verbos en el mismo orden, con un
brillo envidiable en sus ojos. Ha identificado varias especies de aves y sus
respectivos cantos, y cuando puede disfruta embelesado de esos suaves sonidos.
Un día domingo se acercaba la paz interior, con los trinos de algunas especies
nuevas que había identificado, en uno de esos pocos momentos en que un fiscal
logra desconectarse del trabajo, cuando su vecino –otro colega nuestro- puso
abrupto término a tal paradisíaco momento con “La Medallita” de Chico Trujillo,
estrenando su nuevo sistema musical que, cual artillería pesada, barrió
implacablemente los alados compañeros de Ernesto. En el fondo, el canto de las aves es música
para su alma. De todas maneras mi pregunta inicial no puede encontrar respuesta
satisfactoria en él. Menos aún en varios colegas que habitualmente me piden que
baje el volumen de los discos que escucho en mi oficina, ya que pierden la
concentración en su trabajo. Supongo que si usted es de aquellos que pueden
vivir sin música, detendrá su lectura en este punto. Le doy permiso, el relato
que sigue es muy bueno también. Pero si le ha atraído la idea, podría abrir una
ventana de youtube en su PC o smartphone para verificar los sonidos de las
interpretaciones a que voy a mencionar.
Es cierto, a veces la música incomoda.
Como cuando desde el teléfono celular de un severo juez de un Tribunal Oral en lo Penal comenzó
a sonar algo parecido a una cumbia argentina, en medio de la lectura de la
sentencia de un juicio por homicidio, como para contextualizar, frente a los
veinte familiares de la víctima y otros tantos del acusado, los diez años de
condena. Pero a veces nos ayuda a
descubrir apasionantes temas de conversación, distintos de leyes y sentencias,
que en nuestro mundillo lo invaden todo como una infección. Lamento haberlo descubierto muy tarde,
tratándose de colegas que ya no están tan cerca como antes, o no haberlo
aprovechado suficientemente, como en el caso de otros con los cuales siempre
pospusimos la charla.
¿Qué estás escuchando?, recuerdo que me preguntó con
infinito entusiasmo Marcelo Carrasco, cuando los simples pero mágicos acordes
de “In My Room” de Van der Graaf Generator colmaban mi oficina. Un punto de
partida que dio lugar al intercambio de varios discos, recomendaciones,
referencias, etc. Pero nunca pudimos conversar larga y tendidamente. Menos
ahora que él está ocupado las 24 horas del día investigando si millones de
firmas desafinan o no. Mucho más cerca,
digamos en la oficina del lado, mi compañero Max Krause, quién es tanto o más
melómano que yo, y aficionado en particular a la música clásica (aunque los
últimos días, pasadas las 19:00 horas, sube el volumen de maravillosas interpretaciones
de Franz Liszt, que en rigor es romántico y no clásico) tampoco me ha permitido
profundizar en el tema: en cada conversación cercana a teclados, cuerdas y
vientos él termina infiltrando, sin darse cuenta, cuestiones sobre prueba
indiciaria y lógica del razonamiento judicial.
Insistiendo en mi obsesión inicial
–descubrir la música de la justicia- intenté comunicarme con don Oscar Kolbach,
quién escribe una columna sobre música seria en la Revista del Abogado. Pero no
me ha ido muy bien. Si alguien lo ve por ahí le podría mandar mi recado. Quizás
podría inspirar alguna columna suya, si es que no lo ha hecho antes, porque a
decir verdad el tema me parece un poco obvio y no tengo todas las revistas.
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