25 de mayo de 2006

La marcha de los pingüinos



Algunos periodistas comienzan el análisis de los recientes conflictos estudiantiles valorando la motivación de los jóvenes para dejar a un lado la apatía y luchar por lo que consideran justo para, acto seguido, descargar sus elegantes pero poderosos epítetos en contra de los vándalos, encapuchados, viejas de la mesa y otros elementos, infiltrados o no, además de un sector del propio estudiantado de elite, que incurre en prácticas violentistas y antisociales, rescatando en cierto modo legitimidad a la organización y pretensiones de los estudiantes.

Todo este panorama me genera dudas. Recuerdo una vez, hace más de 15 años que me encontré al “Kanito”, un compañero de curso, trabajando en una tienda de electrodomésticos, meses después de haber salido de cuarto medio y me dijo: “Rabino, puta que es difícil la vida después de salir del colegio”. Una observación honesta y verdadera si consideramos que en su entorno se entendía que una vez que se egresaba de la enseñanza media es el propio joven quien debe hacerse cargo de su vida, financiar sus estudios, conseguir un lugar en el cual vivir. Si así fuera la realidad de la mayoría de los hogares chilenos, creo que no es para nada ilegítimo que dejen la cagada que están dejando en pos de transportarse gratis a sus colegios, no pagar la PSU, no pagar la escolaridad etc., en atención a que todos esos factores determinan lo que va a pasar muy pronto en su vida.

Pero asumiendo que mientras los niños estudian en la media, por regla general son los padres quienes en definitiva aportan la guita, creo que no soy el único que me pregunto por que son ellos los que protestan y no sus padres. Pregunta que creo que encontraría una buena respuesta al poder presenciar el escenario diario en que cada uno de esos estudiantes sale de su casa a los colegios tomados o parados: Si pudiéramos constatar una imágen emotiva de respaldo en que los padres pontifican argumentando: “hijo mío lucha por lo que crees correcto, tienes nuestro apoyo” ¿No nos sentiríamos un poco comprometidos con su causa?

Pero resulta que al transitar frente a los colegios “afectados”, -en mi caso he caminado frente al Liceo 1 (sin bromas por favor amigos) y frente al Liceo de Aplicación- contemplar los rostros de los alumnos que evidencian un placer innegable por el hecho de no estar ”lateándose” en clases desequilibra cualquiera de mis razonamientos.

Se trata de un tema que me supera, sólo tengo dudas

¿Me ayudas con una apreciación más asertiva?



Roberto




Creo que, sin duda, el éxito obtenido por el documental "Actores secundarios" en algo tiene que haber acicateado a los chicos que por primera vez durante años han tomado las cosas en serio.

Mi pasada decepción arraigada en el hecho de la pelea que los secundarios realizaban por objetos materiales y acotados como el pase o la PSU ha pasado a ser una espectante sensación de orgullo al ver que los(as) chicos(as) estan peleando definitiva y sostenidamente por problemas de fondo que tenderían a mejorar estructuralmente la educación pública. Me parece excelente cuestionar la LOCE y definir el valor más importante respecto del tema "calidad" o "libertad" (en términos económicos), cuestionar la eficiencia de la municipalización de la educación como gestora y administradora de la educación pública, revisar en términos reales la eficiencia de la JEC como motor central del mejoramiento de la calidad de la educación. Por fin, temas centrales.

Creo que transformarse en los únicos actores sociales e históricos que en este momento son capaces de poner en problemas el orden establecido (defendido con tanto orgullo y arrogancia por los poderes estatales) en nuestro país, ser los únicos actores del proceso educativo decididos a enfrentar los vicios que a todas luces todos los demás observábamos y palpábamos (profesores, apoderados, etc.) , son razones de sobra para que los veas felices capeando clases formales, porque están realizando la mejor clase de "educación cívica y social" que ninguno de los demás abúlicos miembros de chilito somo capaces de dictar... más allá del resultado cortoplacista de este conflicto.



Freddy

6 de mayo de 2006

¿Qué hacemos con la plata que le sobra a Chile?


Franco Parisi, economista de la casa de Bello, comentando el reciente anuncio de nuestro pintoso ministro de hacienda
(invertir el excedente de ingresos proveniente del mayor precio del cobre, en el extrajero) propuso que parte de ese dinero se utilice eficientemente, en los proyectos sociales que requieran más urgencia. En radio Universo, Parisi señaló que "la eficiencia fiscal no es de las mejores, y hay que rankear claramente cuáles son los proyectos más rentables y que tendrían un mayor impacto social” (SIC).
Me parece fenomenal que el debate se centre en estos momentos en determinar que hace el Estado de Chile con sus excedentes. Pero me parece también imprescindible destacar el interesante contraste que podemos notar entre un País rico y sus habitantes, mayoritariamente pobres.
¿Cómo llegamos a esto? Siendo groseramente simplistas podríamos decir que se trata de efectos no deseados de la mejor organización política que el ser humano ha logrado implementar: la democracia, que permite, en primer lugar entregar poder a autoridades que nos representan y conducen un ente abstracto distinto de cada uno de nosotros, el Estado, con el que simbólicamente nos identificamos y al que metafóricamente solemos atribuir cualidades más bien propias de los seres humanos, (como ser rico, pobre, justo, libre, etc.) La toma de decisiones en una democracia representativa supone que los más capaces, como el pintoso ministro de hacienda, muevan las piezas en el tablero teniendo en cuenta lo que todos y cada uno queremos. ¿Cómo cresta llegamos entonces, suponiendo que no es lo que queremos, a ser un Chile rico de Chilenos pobres? Me parece que varios podrán un vislumbrar la respuesta: en algún momento lo que Juan Pérez quiere dejó de importar, siendo más importante la sustentabilidad del modelo, su proyección, su seguridad. De lo contrario, no sólo se hablaría de invertir parte del excedente en proyectos sociales, sino de repartir directamente la plata, proporcionamente a las necesidades si se quiere, de modo que los más pobres toquen más, sin importar que “se lo tomen”. Resulta ser que tal extremo, parece no resistir ningún análisis. Dicho en castellano, nuestro cuasi perfecto sistema de gobierno hoy, en primer lugar nos impide ser extremadamente frívolos y simplemente emplear el dinero de todos en gasto, pero no sólo eso, hemos llegado a asumir como incuestionable dogma el extremo opuesto: Tratar la plata como si lo único moralmente tolerable fuera hacerla producir más plata, para enriquecer a Chile, de preferencia invirtiendo en mercados foráneos y, porque no, emplear por ahí un 10% en proyectos sociales, pero ¡cuidado! sólo los top ten en el ranking de rentabilidad. ¿Perdón? ¿Parisi dijiste rentabilidad o impacto social? creo que me anduve perdiendo en algún giro...
En fin, no intento asumir una mirada crítica, con el egoísmo que me caracteriza me conformo con recibir mi sueldo mes a mes, eso me deja tranquilo. Pero a veces creo que preferiría ver a toda la gente de Pudahuel y La Bandera haciendo tremendos asados con, a lo menos, un 5% de la plata que sobra, total, supongo que eso todos lo tenemos claro, la gran mayoría de ellos y no sólo los más viejos, ya no van a estar vivos aquel día, si es que llega, en que tanto nuestro país como sus personas sean platudos.



Roberto




Planteas problemas que por lo menos yo, los veo desde tres frentes uno respecto de la naturaleza de la institución estado y las otras dos desde la temporalidad, una de larga duración y la otra de corta.

Desde hace un tiempo el estado ha dejado de ser el ente que debía preocuparse del bien común (por último en el papel) cuya transformación más patente se demuestra con el derrumbe de los estados de bienestar europeos (a pesar de la lucha por mantener muchos de los colchones sociales) dando paso al estado como un administrador del modelo neoliberal, siendo el chileno paradigmático en el cumplimiento de esta misión. De hecho, percibo nuestra estructura estatal más parecida a una empresa que el viejo concepto que teníamos cuando pequeños. De esta manera me parece coherente la búsqueda de nuestro metrosexual ministro de hacienda de mantener las arcas fiscales ordenadas y macroeconómicamente estables en detrimento del bien común de los que deberían recibir los beneficios directamente: La Nación, la gente. Es un problema de la naturaleza actual de nuestro estado.

Desde el punto de vista de la larga duración, nunca en Chile ha importado lo que opina o quiere Juan Pérez, en ciertas instancias hubo actuaciones dignas de un Oscar que hacían pensar que el pueblo era escuchado, ¡no me van a decir que Alessandri sinceramente tomaba en cuenta a su "querida chusma", o Pinochet realmente "era la voz de los que no tenian voz" como pregonó alguna vez!. La experiencia y mi natural incredulidad me hacen ver con desconfianza el "gobierno ciudadano de Bachelet".

Desde el punto de vista de los últimos 2 años, creo que mi desición de anular, asunto latamente discutido contigo respecto de la urgencia del mal menor, en cierta forma me eximen de responsabilidad respecto de los fiascos que el pueblo ha vivido en este último tiempo, a la sazón: Transantiago, bajos resultados en educación, mantención del IVA a 19% ¡cuando se dijo que iba a bajar el próximo año!, aumento de pensiones en las que jubilados con mil pesos más del monto establecido por ley quedan sin ninguna mejora...Por favor un respiro... Ufff.

Creo que Velasco es un patudo, creo que se burla de las personas, la principal inversión de los exedentes de riqueza de nuestro país debe ser necesariamente en las personas, bsta de eufemismos y aplazamientos, mejoras YA. Siento que la violencia social que estamos viendo por estos días responde a esa orientación estatal por no ver los problemas y carencias reales, solo ve la masa útil que más tarde, "democráticamente", los volverá a pone en sus lugares de privilegios y de reproducción de esta realidad. ¿Si hubiera ganado Piñera? lo mismo nomás. Por suerte son solo 4 años, la gente necesariamente debe darse cuenta de esta patética inercia de las voluntades de nuestros administradores estatales y debe pegarles una patada en el trasero.

A propósito hoy va el documental de Cavada de como sobrevivir con el sueldo mínimo, nuestros gobernantes deberían hacer el ejercicio...


Freddy