31 de octubre de 2005

Halloween




Se acerca la noche de brujas y, como en los años recientes, las críticas, los argumentos comerciales, los estrenos de terror en el cine y, por otra parte, algunos aún recuerdan especialmente a sus seres queridos fallecidos.

A estas alturas el fenómeno se ha masificado y parece no haber vuelta atrás. Tenemos Halloween para rato ¿está bien eso? Para variar, el argumento más reiterado en contra de la festividad no me convence para nada: "se trata de una fiesta que no es nuestra". Pues la manera como celebramos la navidad tampoco lo es. El año nuevo y el conejo de pascua menos.
Si la idea es recoger y masificar tradiciones chilenas creo que es imprescindible tener en cuenta dos consideraciones sobre Halloween: La primera de ellas es que el incorporar festividades foráneas no tiene nada de malo en sí ni implica necesariamente renunciar a las que se supone son "nuestras" (que palabra más gastada) creo recordar que el año tiene 365 días y muy pocos de ellos son feriados por nuestra mentalidad amargada, conforme a la cual es mejor sacar la vuelta en el trabajo once meses y medio y salir un par de vacaciones que trabajar duro diez y tomarse dos de merecido descanso. Seré el hombre más feliz del mundo cuando celebremos todo febrero un carnaval parecido al de Río y nos regocijemos con Oktoberfest. Si se quiere potenciar las tradiciones chilenas el camino es otro: Investigarlas, rescatarlas, evaluarlas, potenciarlas social y comercialmente (aunque sé que esto último no es agradable al paladar de muchos) Me parece que hoy un importante sector de la población cree que si no se celebra Cuasimodo o la Tirana con mayor difusión es por culpa de Halloween. Sería como decir que no podemos comer empanadas porque alguien tuvo la mala idea de incorporar a nuestro mercado los hot dogs.

El segundo de los comentarios va más al fondo del asunto, porque si no existe un ánimo generalizado de rescatar fiestas o celebraciones nacionales, parece ser que es porque sencillamente tales festividades o celebraciones no están revestidas de mística, creatividad y magia en su formulación. Creo que esa sería la lectura definitiva de un observador objetivo. Debería llegar el día en que fuéramos más autocríticos y comenzáramos a generar ideas y trabajarlas con disciplina y cariño. Hasta ahora, si hay algo propio de mis compatriotas, es la tendencia a seguir la siguiente dinámica: 1° Buscar lo malo en todo; 2° Identificar a los culpables de aquello sucio que descubrimos y 3° Pelearnos por la orientación y resultados de esa búsqueda de culpables. Lo triste es que de búsqueda de soluciones no sabemos. Y lo más penoso de todo es que creo que es porque sencillamente no nos interesa. Así, me parece muy difícil que algún día logremos "exportar" celebraciones, lo que, a no dudarlo, sería mucho más grato para nuestra acomplejada manera de mirar la vida que sencillamente disfrutarlas en plenitud.

Ahora si me preguntas mi opinión personal sobre Halloween en particular, te puedo comentar que me encanta su estética y su carácter oscuro y divertido: como el humor negro, que es una de las combinaciones que más me atrae a la hora de enfocarnos en las emociones humanas: el humor y la oscuridad. Y me atrae porque nos ayuda vencer la desgracia con lo más sagrado que tenemos: la capacidad de ser felices en toda circunstancia.


Roberto

Halloween representa, en gran parte, lo que desprecio del sistema actual. No es chovinismo, creo en la diversidad cultural y los filtros culturales que permiten hacer propios elementos foráneos, pero eso representa un proceso. Así, la celebración de la Navidad me parece un poco más ingenua y legitima, ya que su arraigo en nuestro país empezó en épocas en que los medios de comunicación y el comercio eran un poco menos salvajes que en la actualidad. Así mismo, me imagino que los primeros regalos bajo el árbol eran humildes y aún así valorados.
Obviamente, poco a poco el tránsito ha sido a una celebración en términos consumistas impresentables, pero por lo menos se gesta con una intención un poco más loable en sus inicios. En cambio “noche de brujas” es una implantación brutal en pocos años, en que compramos una fiesta a la cual ni siquiera pasamos por el colador criollo, por el que la navidad si pasó. Eso solo en términos comparativos, porque si bien todos tenemos el derecho de celebrar y hacer lo que nos dé la gana, esto me recuerda el tema que comentamos respecto de la belleza en Chile, o sea, hay una suerte de obligación subliminal de realizar esta “fiesta”. Me parece poco argumentativo señalar que si los niños les gusta hay sacarlos disfrazados a pedir dulces (que si no les entregan toman represalia tirando huevos a las casas), si es así estamos obligados entonces, a dejarlos jugar Nintendo todos los días y basaríamos su dieta según las tablas nutricionales del Mc Donalds y el Kentucky, la máxima es hacerlos felices a todo evento. En torno a nosotros, una vez leí un artículo en relación a la generación de los que ahora superamos los treinta y planteaba que la gran mayoría fuimos demasiado bombardeados por medios de comunicación en plena dictadura en momentos de carencia económica, muchos en la actualidad, representan el segmento etáreo con mayor poder de consumo, de ahí que existan la cantidad de “revival” de la música de los ochenta, la vuelta a ver dibujos animados, ciertas modas o personajes de la tan recordada década, la demanda es amplia. En ese sentido, también hemos buscado realizar ritos o actividades que veíamos en la gran, y casi única, marcadora de pautas que era la televisión (ritos por ejemplo como Pascua de resurrección con su curioso conejo que pone huevos y Halloween) los cuales nos llamaron poderosamente la atención y jamás celebramos, esa insatisfacción se transformaría, en pocas palabras, en un trauma. No sé si es tan extremo, pero creo que algo de eso hay, ¿Cómo no recordar la “Gran Calabaza” y Charlie Brown?. ¡Lo único que espero es en unos años más no estar urgido por no encontrar el pavo para celebrar el día de acción de gracias!.
¿Sabes? a todo esto me acuerdo lo que “pela’o Henríquez” me señaló una vez sobre Halloween, en resumen coincidíamos en la crítica, pero señaló que aquí en Chile tenemos un fiesta parecida: La noche de San Juan y revisándola tiene una serie de ritos que son dignos de una película clase B de terror (esas de las buenas) y que si se potenciara quizás tendría un éxito insospechado… al parecer el problema es que es una celebración más propia.
Freddy

25 de octubre de 2005

BÓTALOS


Casi parece de locos no comentar el tema de la canonización de Alberto Hurtado (quien debo reconocer me inspira un profundo respeto) cuya fiebre popular me descoloca, tanto por la presunción que me significa la divinización que realizamos de nuestros congéneres o esta suerte de “teología del asistencialismo” que siento tiene un matiz reproductivo de las desigualdades sociales que se predica a diestra y siniestra tomando como base el pensamiento del “nuevo santo”. Así todo, lo que creo que pasa a un peligroso segundo plano es lo vivido el día miércoles en el debate televisado.
No voy a profundizar respecto del desempeño de los candidatos de derecha, (que ojo, siento que cumplieron dentro de las expectativas que se podían tener de ellos, no muy elevadas por cierto) sino más bien en los dos restantes. En el caso de Bachelet terminé de decepcionarme días antes al presentar su programa de gobierno, el cual está bien estructurado, financiado, pero absolutamente carente de sustrato onírico. A pesar del estrés, ya crónico, de nuestro presidente y la absoluta ineficiencia del cumplimiento de su slogan “crecer con igualdad” (justamente nuestro talón de Aquiles) volvería a votar por él si nuevamente prometiera dicho mejoramiento de nuestra condición de país. Por favor, que se entienda, no me gusta el populismo, adoro la capacidad que tienen los pueblos, las sociedades de soñar, incluso Max Weber lo señala: “en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez”, por el contrario ¿qué recibo de la coalición gobernante?: solo arrogancia. Michelle señala “es fácil hacer un programa cuando se sabe que no se va a ser gobierno” o sea “como sabemos que vamos a ser gobierno hacemos el programa a la medida de eso”, ¿qué está pasando?, en nuestra cara nos señalan que no sacamos nada con soñar porque la elección ya está decidida. Lagos Weber (otro ) señaló este domingo que Hirch es simpático pero que se porta a la medida de lo que es “un 3% que no tiene ninguna posibilidad de ganar”. La soberbia francamente me ofende. Frases como las anteriores me alejan cada vez más de un proyecto que siempre lo sentí mío. ¿Sabes? Hice lo posible por alejarme de las críticas a la persona de Bachelet, de su presunta incapacidad como política cuyo éxito esta basado solamente en su simpatía y cercanía a la gente, etc. siempre he estado sobre esas consideraciones porque voto por ideas, por una visión de país y lo que ofrece la candidata dista mucho de lo que aspiro, su pragmatismo o “realismo, no me satisface, su postura en el debate terminó por convencerme. Finalmente me decidí, nuevamente voy a votar por un proyecto que para mi es el Juntos Podemos Más, siento que llegó el momento de tratar de fracturar el sistema binominal, llegó el momento de volver a soñar un país mejor, llegó el tiempo de enrostrar que podemos ser una sociedad mas participativa que no va a permitir que nuevamente la derecha asuma el poder integro del país ni que la concertación se transforme en un conglomerado reproductivo, anquilosante y soberbio.
Lo segundo que tengo claro es que ni loco anulo el voto.


Freddy

Concertacionista en carbonita.

Creo que más allá de la carencia de sueños, la Concertación, o más bien los políticos que la integran, perdieron la intención de construir un país mejor, después de 15 años de gobierno, como si en sus dedos tuvieran el anillo que narra Tolkien, sólo les interesa conservar la dirección de nuestros destinos. No me sorprende, creo que es la natural tendencia de todos los que han tenido acceso al poder. Es normal, pero peligroso. Tenemos el ejemplo del PRI en México: cuando un sector se acostumbra a gozar de la testera, pierde la noción de su rol esencial. Siempre he pensado que la persona de un candidato es en definitiva poco trascendente, lo que realmente importa es el grupo que hay detrás. En este caso me parece particularmente claro, si Bachelet es la candidata, no es porque sea la figura más talentosa de la Concertación y ni siquiera de su partido; lo es porque es la más atractiva a los ojos del electorado y a la hora de una elección es lo que más importa, porque, insisto, después el gobierno quedará en manos de un grupo no pequeño de rostros ocultos tras el poder. Eso me parece operativo y correcto. Lo que no me complace es el enfoque que se nos presenta: La Concertación nos ofrece, no realismo, el cual a mi no me desagrada para nada, sino falta de ambición, no falta de ganas de soñar lo inalcanzable, sino falta de voluntad política para practicar cambios radicales pero no traumáticos y muy coherentes con lo que en un principio fue la lógica de la Concertación.


"Juntos Podemos" nos presenta una oferta distinta y fresca, radical para nuestros tiempos, pero que hace cuatro décadas se hubiera entendido como un conjunto de tímidos paños fríos a la cara de un enfermo terminal. Buena parte de sus propuestas me cautivan, salvo la orientación internacional: la integración preferente con Latinoamérica. Si nos vamos a integrar al mundo, hagámoslo en serio y con todos, rechazando lo que no nos gusta de cada país. Pero, como ya lo dije en su oportunidad, considero que un pasado común de vecindad no es justificación para priorizar lazos comerciales y políticos. El resto del programa, en general te podría decir que me entusiasma. Pero mientras no pasen del 10% del electorado, las energías deberían concentrarse en ganar credibilidad y desarrollar un proyecto a mediado y largo plazo, para que alguna vez disfrutemos de opciones interesantes para concretar una saludable alternancia en el poder.


A la derecha no le creo. Se cansaron de mentir durante la dictadura y de hacerse los desentendidos cuando el "Tata" cayó en desgracia. Sus candidatos me parecen desesperados por ganar la presidencia como un fin en sí. Por eso, pese a que han hecho buenas campañas y han dado a conocer con claridad y entusiasmo principios y soluciones a problemas endémicos, no pueden negar lo que son: neoliberales y estancados moralmente. Eso es lo que busca legítimamente cierta parte de nuestro electorado en todo caso. No creo que decir "todos saben que pertenezco a un movimiento religioso" sea lo suficientemente explícito.


En este marco, las decisiones son difíciles, concuerdo contigo en que lo peor es anular el voto, de hecho no lo considero una expresión de intenciones sino que una tontera. Siempre se puede optar por el mal menor y tal decisión se traduce en consecuencias prácticas más interesantes que la pataleta.


Por ahora nada nuevo bajo el sol, lo que no quiere decir que la situación necesariamente continúe así. Es más, me ilusiona pensar que con un par de movimientos audaces en el tablero de ajedrez, la próxima vez si haya algo en juego.

Roberto

17 de octubre de 2005

Chilean Beauty


¿Me podrías creer que hace una par de días comentaba en mi entorno laboral que pretendía practicarme una lipoaspiración y que buscaría la alternativa más barata al efecto? Pues hoy bastante choqueado, veo la situación de un modo distinto. Particularmente me impactó el titular de La Cuarta, correspondiente al lamentable caso de Jessica Osorio: "Galeno que dejó vegetal a mami las hacía todas en clínica mula". Si la víctima hubiera sido yo, mutatis mutandis, el titular hubiera sido el mismo, pero en vez de "mami", quizás que hubiera dicho. Pues bien, el impacto de este drama humano me lleva a plantear un par de reflexiones.

La primera de ellas es sobre lo que nos motiva a pretender belleza, o al menos a huir de la fealdad, con el menor esfuerzo posible. Hacer ejercicios es la alternativa segura, saludable y más o menos barata. La cirugía parece ser la opción cara y cómoda, o más bien, cómoda pero cara. ¿Cabe algún reproche moral por buscar la alternativa más fácil para lograr lo que te interesa en la vida? A mi juicio no. Pero no deja de ser curioso el desmedido interés por la apariencia que se traduce muchas veces en gastar más de lo razonable en tales menesteres, en circunstancias en que existen otras necesidades más urgentes insatisfechas. En mi caso personal parece ser razonable concluir que antes de recurrir al quirófano, debería equilibrar mi presupuesto y el caso de Jessica, quizás la búsqueda de una alternativa tan precaria, pudo haber sido siempre entendida como un riesgo evitable. Pero detrás del desmedido deseo de verse bien, se oculta, a su ves, siempre la necesidad de aceptación, que muchas veces tiene explicaciones más profundas que la mera frivolidad.

En segundo lugar me pregunto ¿Cómo es posible que funcionen en las condiciones que todos pudimos percibir "centros de salud" como aquel en que Jessica terminó sus días en estado vegetal, en un país que pretende lograr el status de "desarrollado"? Un error lo comete cualquiera, pero en este caso, además de suministrar anestesia calculada para una persona de 200 kilos a una persona de 70, no hubo una respuesta adecuada ante la emergencia, las condiciones de higiene y respaldo técnico eran deficientes, en fin! Por otra parte, no creo que la nacionalidad del médico sea relevante, a menos que su formación no haya sido suficiente y el proceso de convalidación del título haya sido irregular, lo que vale la pena investigar. Una anécdota que me parece interesante, considerando la facilidad con que los jueces decretan la prisión preventiva respecto de "cogoteros" y "monrreros", es que dos jueces de garantía se hayan negado a despachar una orden de detención en contra del doctor imputado, sobre todo si consideramos que su responsabilidad es manifiesta, que no tiene ningún arraigo en Chile y sus antecedentes comerciales indican que está cubierto de deudas que hacen aun más factible sospechar que más temprano que tarde debería volver a su tierra natal. Ojalá no a trabajar...

Finalmente en cuanto a la situación actual de Jessica, no puedo dejar de recordar el dilema ético sobre el concepto y justificación de la eutanasia y el momento de la muerte de los seres humanos. A eso ya me referí en sepiensa.cl y no daré más lata. Sólo por hoy...


Roberto





Tratar de mejorar nuestra apariencia física, en principio, me parece tremendamente válido, aquella máxima de “quererse como uno es” la considero un atentado contra la libertad que todos tenemos de vernos como nos dé la gana. Pero por otro lado siento que el problema surge cuando buscamos la razón que nos impulsa a realizar transformaciones mas profundas a nuestro cuerpo, por ejemplo, a través de intervenciones quirúrgicas. Así cuando entiendo que el patrón de belleza en este país es ser rubio de ojos azules ( cuando increíblemente y notoriamente la mayoría no lo es ), cuando la belleza expuesta en spots de televisión, fotos publicitarias, etc pasan por la delgadez extrema acompañada de exuberantes pechugas y poto, cuando debes enviar currículo con foto para postular a cargos que no tienen como justificar la solicitud de un tipo físico, me surge la duda si la transformación nace de nuestra libertad de vernos como queramos o justamente de la violentación de nuestro derecho a elegir, radicada en la presión de un medio que condiciona nuestros gustos estéticos. Al parecer, el camino que nos lleva a conseguir el atractivo físico es casi obligatorio, y a su vez es el que lleva a tomar riesgos tales como operaciones en lugares tan poco apropiados como seudo-clínicas estéticas en Tacna o en el garito de Independencia que está a horas de cobrar la vida de su última paciente. Esta obligatoriedad la constato al ver fotos de Jessica Osorio quien, a primera vista, posee un físico envidiable para gran número de chilenas. Lamentablemente si mi percepción es correcta no veo por donde se puede corregir la distorsión que significa la construcción social de belleza, así que finalmente no queda más que asumir que cualquier cambio radical de nuestro cuerpo debe pasar por manos expertas, y así disminuir riesgos.

A pesar de todo lo anterior quisiera hacer un aro con respecto a la reacción airada del Colegio Médico. Creo que como siempre, la cofradía que significa este colegio profesional apunta a generalizar con respecto a la nacionalidad y carácter de todos los médicos extranjeros… Si, es cierto, la profesión de médico es una labor delicada que merece atención ya que sus negligencias significan errores fatales, pero es dable también señalar que nuestros profesionales chilenos no se caracterizan por su abnegación solidaria ni su cercanía con el paciente. Bien es sabido que sus turnos en la administración pública en muchos casos son mínimos, hemos constatado que su cercanía con el paciente es prácticamente inexistente ( hace poco una encuesta realizada a la población calificó como fría y deficiente la relación médico-paciente), recordamos cuando un grupo de médicos gringos venían a realizar operaciones gratuitas a niños con labio fisurado y el “Colegio” interpuso acciones legales para impedir dicha loable acción, nos es conocido lo difícil que significa probar negligencias de nuestros médicos porque obviamente los peritos son colegiados. En fin, hay un sinnúmero de hechos que me llevan a pensar que en este caso hay que escuchar al servicio médico San José, al Ministerio Público ( no te estoy adulando ), al Servicio Médico Legal en su caso ( ante la fatal eventualidad de la muerte efectiva de Jessica ), pero no al Colegio que puede conseguir prebendas que van en directo desmedro de nuestro acceso a la salud.


Freddy

PD: ¿Me fui al porcino parece?, ¿Polémico?. Ante alguna querella me asesoras en mi defensa.

10 de octubre de 2005

DESDE ARICA A MAGALLANES, CHILE, CHILE...



¿Sabes?, con todo lo que me gusta el fútbol, rogaba por no saber del tema durante un buen tiempo. Te juro que por momentos elevé plegarias a fin de que perdiéramos toda oportunidad de clasificar al mundial hace mucho para terminar con este sufrimiento. ¿Y qué pasó?: aquí estoy nuevamente con úlcera, rogando por esos milagros que históricamente nos han sido tan esquivos en el deporte rey, utilizando mis escasas facultades matemáticas para conocer las alternativas (que a todo esto son mínimas) para que chilito saque pasajes al país teutón. En este contexto las preguntas que me señalas respecto a nuestra condición futbolera me merecen análisis disímiles en su extensión. Con respecto a si este es el peor momento de nuestra selección, creo que lo peor fue la eliminatoria para Corea – Japón, sin duda, el momento más humillante que hemos vivido los hinchas, por lejos los últimos en América del sur y el solo hecho de que en algún momento fue D.T. de la “Roja” Pedro García nos dice que el descenso al averno del ranking FIFA fue real y justificado. Pero quiero detenerme en considerar si Chile es un país futbolizado: Creo que no es así. Nuestras manifestaciones de fanatismo no se parecen en lo más mínimo a las que demuestran las sociedades argentina o italiana en que si se puede respirar fútbol todos los días de la semana, más allá de la diferencias cualitativas de nuestros campeonatos. Nuestras únicas muestras de fanatismo pasan por las barras bravas que mucho de fútbol no contienen y son acotadas a tres o cuatro equipos, pero no encontramos gran cantidad de cafés o bares especializados, decorados y que giran en torno al deporte, carecemos de revistas u otras publicaciones especializadas, el público no acompaña a los equipos en el estadio por sobre los resultados, sentimos un desprecio manifiesto por nuestros ex-cracks que mueren en la miseria, etc. En general creo que somos, como en muchas otras cosas propias de nuestro carácter nacional, la variación bastarda de las cualidades óptimas: Somos exitistas, pero no exitosos (nos gusta el éxito, pero no lo alcanzamos, así mismo si por casualidad lo logramos nos subimos a un carro por el que no trabajamos), nos gusta el fútbol, pero somos malos para la pelota, generamos ídolos y luego los derrumbamos, etc. A lo más seríamos “futbolizados a la chilena”… lo que no es un piropo.
De todas maneras ojalá que gane Chile el miércoles, empaten Uruguay y Colombia y sigamos potenciando nuestros vicios respecto al fútbol, mi úlcera se acreciente y tengamos la oportunidad de ver los partidos en Alemania en algún sucucho santiaguino (si es que no vamos a Europa) y hagamos pebre el desempeño de nuestro seleccionado… Así vemos fútbol en Chile mier.……

Freddy



Es difícil comentar un fenómeno con objetividad cuando tenemos poderosos sentimientos comprometidos en el mismo. Hace unas semanas te decía que no entendía el nacionalismo. Pues sin entenderlo participo de una de sus más frívolas e intensas expresiones: el amor por la "Roja de Todos". Nuestra historia es irregular, plagada de éxitos y también de fracasos humillantes ¿Cómo evaluar? Si nos comparamos con países similares al nuestro en el número de habitantes, el número de participaciones en rondas finales de campeonatos mundiales, adultos y juveniles, como también en Juegos Olímpicos, y los resultados en los mismos, parecen bastante satisfactorios, no ocurre lo mismo si consideramos el IDH como parámetro para seleccionar los países con los que podemos compararnos. Peor aún resulta la comparación con realidades más próximas a la nuestra: países como Uruguay y Paraguay nos superan en rendimiento histórico, al mismo tiempo que, simplificando las cosas, son más pequeños y más pobres. ¿Dónde está entonces la diferencia? Me parece que en el interés de las personas, de nuestro pueblo, por el fútbol. No existe real fanatismo, como bien dice Usted: exitistas, no exitosos: Sin ser capaces de mantener revistas serias con información completa (desde la legendaria "Estadio", la "Deporte Total", "Minuto '90", "El Gráfico" y "Don Balón" sólo han sido experimentos parcialmente exitosos y por muy poco tiempo. Hoy sólo tenemos la "Triunfo" de mísera tirada) sin llenar estadios, sin comprometer verdaderamente a las empresas privadas con el fútbol más allá de unas migajas.
¿Es bueno o malo eso? Difícil de determinar. En principio, en cuanto hincha del fútbol, compartiendo la pasión de Galeano y Albert Camus, evidentemente preferiría otro entorno: juntarme a conversar de fútbol con amigotes, una tarde a la semana en "picadas" temáticas con mística, (para lo cual necesitaría un par de interlocutores medianamente informados) asistir los fines de semana a ver jugar al club de mis amores en estadios llenos, como en el Reino Unido. Llenos de gente pacífica, amante del balompié y no de la violencia, y no necesitar encargarle a un amigo de un amigo el Soccer Yearboock 2004 - 2005 a la tierra del Tío Sam, porque aunque cueste creerlo es la forma más expedita de tener acceso a las estadísticas más completas y serias que confeccionan los ingleses, ¡imagínate! más encima pagando impuestos para financiar a los marines. Todo una quimera.
Pero Alex de la Iglesia y Umberto Eco apreciarían un ambiente en que la redonda de 32 cascos despertara aun menos interés. Como todo, en definitiva las sociedades son lo que son y tienen lo que se merecen. ¿Cómo podríamos pretender contemplar relajadamente los últimos partidos de la clasificatoria con nuestro país instalado en Alemania si el máximo dirigente de nuestro fútbol se expresa con dificultad y (sin ánimo de ser despectivo) es llamado "Don Choco"?
Pues nuestra realidad es esa: definitivamente no somos los mejores y estamos aun mucho más lejos de ser los peores. ¿Será quizás como nos gusta? ¿Será que pretendemos que siga así para no gastar tiempo, recursos y menos aún neuronas?
Por mientras, le recomiendo agüita de manzanilla...

Roberto

2 de octubre de 2005

¿POR QUIÉN VOTAN LOS DELINCUENTES?



¿Por quién votan los delincuentes?La pregunta de moda. Parece que incomoda, interesa, ofende y, en general, despierta la curiosidad de muchos. A mi parecer, lo primero que debe especificarse, y creo que es la cuestión más relevante, es ¿quiénes son delincuentes? Al respecto sólo percibo inexactitudes e ignorancia en el medio. Si nos remitimos al diccionario de la RAE, la respuesta es sencilla: "el que delinque". Ahora, en rigor el delito es un fenómeno complejo y con poquísimas posibilidades de análisis entregadas al mero sentido común. Las cuestiones jurídicas, que son las que me son más cercanas por mi especialidad, tienden a reducir groseramente los fenómenos, entendiendo el delito como toda acción típica, antijurídica y culpable y por delincuente la persona que comete uno o más delitos, resulta ser que tendríamos que considerar a todos quienes manejan en estado de ebriedad, quienes compran CDs pirateados, quienes estafan, quienes roban, quienes matan, quienes ejercen de manera torcida la función pública y si ampliamos el espectro de análisis a los delitos - falta, quienes no cruzan las calles por los lugares habilitados, quienes corrieren carruajes o caballerías con peligro de las personas (494 N°6 Código Penal),quienes infringieren los reglamentos sobre corta de bosques (494 N°12), quienes empleando fuego elevaren globos sin permiso de la autoridad (496 N°30)...etc. ¿Es esa la noción que maneja el hombre de la calle? evidentemente No, para la mayoría de las personas el delincuente es el que es detenido por un delito de aquellos que Carabineros de manera coordinada con Paz Ciudadana ha denominado eufemísticamente "de mayor connotación social" (robos, homicidios, violaciones, etc.), porque como parece evidente, para los medios de comunicación, controlados por quienes todos sabemos, desde que es detenido y televisado es culpable sin necesidad de condena ¿O no? Pues no comparto esta visión, para mi un delincuente es aquel que ha sido condenado, mientras no sea así es inocente, y en cuanto al tipo de delito, creo que deberíamos excluir las faltas, de toda naturaleza, pero incorporar, con especial cuidado a los delincuentes de cuello y corbata que muchas veces tienen hasta participación en la propiedad de los medios...
Ahora ¿por quién votan ellos? me gustaría saberlo, pero creo que son seres tan distintos uno del otro que difícilmente podríamos obtener un patrón común. Otra cuestión que me parece implícita en el planteamiento es: que tan válido es su voto, a lo que te respondo con energía: igual de válido y respetable que el del Papa (que a todo esto creo que no vota en Chile) pues, en cuanto personas, me parecen igualmente dignos y protegidos por nuestra institucionalidad. A menos que hayan recibido como sanción la privación de dicho derecho. ¿Malos? lógico que sí, me adelanto a afirmar, aunque la determinación sobre la bondad o maldad del ser humano es aún más ardua. Pero, argumentando de manera pedestre, te diré: el día que me presentes una persona realmente buena, creo que valdrá la pena hacer diferencias con los malos. A las mayorías se les respeta. Sobre todo cuando más que de una mayoría se trata casi de la totalidad.


Roberto



Sin duda, los delincuentes de mayor peso están libres, gozando incluso de prestigio, poder y (ocupando la frase de esta semana) ningún gobierno tendría pantalones para meterlos definitivamente en la cárcel. Además de votar, más encima tienen injerencia en las campañas directas previas a las elecciones e inciden negativamente en campañas constantes contra tal o cual bando (siendo sinceros, básicamente a favor de la facción que invoca a la delincuencia como su bandera de lucha, o sea, la derecha).
Ahora bien, si usáramos como marco la idea de que la delincuencia es la relativa a hechos nocivos de gran connotación social, sólo a nivel de percepción, me atrevería a asegurar que los “maleantes” (como son definidos) ¡NO VOTAN!. Ya hace mucho se señala que gran parte de la masa de “delincuentes” corresponde a menores de edad que ya por esa condición se hayan imposibilitados de ejercer el sufragio y la otra gran parte de los denominados antisociales puede que en su mayor parte devengan en ese tipo de actividades por exclusión o marginación del sistema (O.K. no todos, pero insisto una gran parte), así un número considerable de personas imposibilitadas de tener un futuro mejor ya sea por discriminación, falta de estudios, origen pobre, condiciones de violencia intrafamiliar, en fin, ubicados en la periferia de los logros macroeconómicos de nuestro chilito, difícilmente querrán votar por uno u otro toda vez que sus resultados (magros o no tanto) los obtienen asistémicamente (sin considerar que nuestro sistema de elecciones, desde los requisitos para votar, o sea inscripción y el sistema binominal no invitan precisamente a elegir). Al final creo que los candidatos deberían buscar la fórmula para que en el futuro, en vez de permitir las condiciones óptimas para el surgimiento de delincuentes creen los espacios para que cada vez haya menos marginados y entre varios beneficios existan más electores. (Como que me fui del tema ¿cierto?)
Freddy