23 de octubre de 2006

Los Chilenos del Bicentenario


Tanto hablar sobre “como somos los chilenos” y tan poco respaldo empírico basa afirmaciones sobre nuestra autopercepción, que muchas veces rayan en lo ofensivo (suelo caer en tales excesos) ó en lugares comunes como que somos “chaqueteros”, “flojos”, “buenos para chupar”, etc. Tan cerca de una fecha que se supone simbólica como el bicentenario y nos falta tanto por conocernos. Por eso la Encuesta Nacional Bicentenario UC – Adimarc, pese a ser un esfuerzo bastante modesto ayuda. Creo que cualquiera que reclame que alguna de las instituciones en cuestión no le brinda garantías de neutralidad ideológica, aún así deberá admitir que el trabajo en cuestión ayuda. Ayuda pese a que emplea elementos de medición como la cuestionada Matriz de Clasificación Socioeconómica, utilizada mayoritariamente por empresas de publicidad y estudios de mercado; ABC1, C2, C3, que no siendo perfecta, “es lo que hay”. Ayuda pese a que no se efectuaron los cuestionarios con el polígrafo (detector de mentiras) al lado. Ayuda, en fin, porque la idea de continuar periódicamente con las mediciones y prepararse para comparar resultados en el tiempo entusiasma a cualquier amante de las estadísticas.

Otra cosa son los resultados. Casi me voy de culo al leer que el país que más admiran los chilenos es España, el segundo Estados Unidos y el tercero México, (¿No habrán confundido los encuestados “admiración” con “atracción”?) que el 82% de los encuestados, se siente orgulloso de ser chileno (nótese) “tomando lo bueno y lo malo de nuestra historia” (¿cuántos fueron lo suficientemente sinceros para aclarar que de historia no sabían mucho antes de responder? Yo lo hubiera hecho) Me quedó claro que, al menos el 74% de los encuestados son “ayúdame a decir patudos” cuando afirman que “Chile es el mejor país para vivir dentro de Latinoamérica”. Estaremos de acuerdo que ni siquiera es necesario, para dotar de prudencia una afirmación como esa, el haber estado en todos los países de Latinoamérica. ¿Pero no será por lo menos deseable conocer un poquito de las condiciones de vida de cada uno? Lo que me asombra es que quizás del 26% de quienes no están de acuerdo con tal apreciación, si conocieran bien el resto de Latinoamérica a lo mejor incrementarían el grupo de quienes consideran a Chile el edén latinoamericano.

Ahora, el resultado que, lejos, más me impresionó, y me hace temer seriamente por el equilibrio mental de los encuestados, es que ante la disyuntiva de poder irse fuera de Chile a un lugar en que el nivel de vida sea “dos veces más elevado” (que extraña la noción) que el que tiene actualmente, el 49% en definitiva no se iría y no contento con eso, el 32% grita, como cuando termina un recital soberbio, “¡no nos vamos ni cagando!”

No me parecieron nada sorprendentes los resultados de las preguntas relativas a la inmigración y el multiculturalismo, me remito a buena parte de los comentarios y respuestas a comentarios del post anterior. Ni tampoco me sorprendió saber que al 32% de los encuestados le brillan los ojitos al pensar que alguno de sus hijos sea cura, monja, pastor o algo parecido. Lo que no entendí es a quién se referían el casi 70% de los encuestados que manifiestan “creer en la Virgen”.


Que interesante sería escuchar un comentario de Miguel Serrano, Pablo Rodríguez Grez o Iván Moreira sobre estos comentarios. Lo otro que sorprende es la falta de correspondencia entre estos resultados y las ideas de las autoridades en ejercicio supuestamente electas por, al menos, buena parte de los encuestados. Si la muestra es representativa del sentir del chileno ¿por qué Lavín no es el presidente?

Manifiesto en definitiva que no me representan para nada los resultados de la encuesta, (sólo me sumo a un par de opiniones mayoritarias, entre otras, a la no muy abultada, pero mayoría al fin, de un 54% que cree que las personas con creencias religiosas muy intensas hacen más daño que bien) pero que teniéndolos a la vista solo puedo, junto con agradecer el trabajo que claramente requirió dedicación y recursos, concluir que los conservadores y nacionalistas en Chile merecen mucho respeto, ya no sólo por una cuestión de libertad de pensamiento y tolerancia de cualquier tipo de visiones de sociedad, sino que también porque son más.

¿Qué piensan ustedes? ¿Alguno se sorprendió?

Roberto

8 de octubre de 2006

Tompkins y el discurso del Pelado Henríquez

Douglas Tompkins, un grinco con mucha plata


Me parece interesante el debate que se ha planteado en el último tiempo acerca del destino de las trescientas mil hectáreas de bosques nativos que, con arreglo a las normas jurídicas chilenas vigentes, compró Douglas Tompkins, un gringo de mucha plata.

¿Qué cuestiones deberían considerarse irrelevantes? Me parece que en primer lugar su nacionalidad. Ya está bueno de dobles estándares, nos creemos los campeones de la diversidad, de la tolerancia, la no discriminación y de un montón de discursos políticamente correctos, hasta que quien está en tela de juicio es gringo, blanco, millonario y poderoso. ¿Seremos capaces alguna vez de entender los principios fundamentales que norman nuestra sociedad como lo que son:
normas de alcance general y no al servicio de pasiones coyunturales?

Tampoco parece adecuado, en este caso, entender el problema como una cuestión de soberanía, toda vez que, hasta el momento el único conflicto de intereses que se ha planteado seriamente dice relación con la construcción de una carretera concesionada, probablemente de doble vía, para la cual lo único necesario es la expropiación de una franja de cien metros de terreno que no cambiaría de ningún modo la calidad de “santuario de la naturaleza” (o la que le quiera dar su dueño) de la zona en cuestión. Sobre todo considerando que hoy en Chile el tema de las expropiaciones es un drama superado, toda vez que ya se han afianzado en teoría y práctica todos los criterios para determinar la procedencia, métodos, e indemnizaciones. Si el Estado quiere hacer suya esa franja, puede hacerlo, como también puedo hacerlo con tu casa o la mía. Supongo que Tompkins y sus asesores siempre supieron eso. El cuento es que las autoridades deben pagar. Y no al precio que quieran, sino un precio justo, el que determinen peritos imparciales considerando no sólo el valor del terreno sino las circunstancias, expectativas, lucro cesante, etc. El procedimiento, por cierto no contempla una entrevista personal de Tompkins con la Presidente de la República, como el magnate desea. Pero solicitar tal entrevista es el derecho de cualquier persona en nuestro país.

Ahora, ¿se justifica la expropiación? después de ver las dificultades de transporte de la gente de la zona me parece que es evidente. Lo primero debería ser siempre la calidad de vida de los seres humanos. Es fácil defender la indemnidad de un santuario de la naturaleza como impedimento para la construcción de una carretera cuando los que viven aislados y deben viajar eternas horas en lancha son otros. El discurso ecologista de muchos de mis vecinos se parece al de los gringos luchando por la eterna conservación del Amazonas.

Distinto sería el panorama, y más complejo por cierto, si de lo que estamos hablando es de construir centrales hidroeléctricas. Pero los principios a regir serían los mismos: sobre todo el respeto igualitario a los derechos fundamentales y la lógica de asumir que vivimos en una sociedad regulada por normas y no entregada a los caprichos o sensibilidades de moda. La decisión, en definitiva, no le corresponderá a Tompkins, ni podrá oponerse, sólo podrá cobrar cuanto se vean afectados sus derechos.

Así, recuerdo el acertado comentario de un gran amigo, el “Pelao Henríquez”, una noche de copas hace un par de días:
“ya que vivo en una sociedad que me controla, que exige que me comporte conforme normas consensuadas, y yo me someto, exijo que cuando los derechos en riesgo sean los míos, me brinde protección”.

Tal derecho lo tenemos todos, frente al poder estatal y, sobre todo considerando las distorsiones de la influencia del poder económico. Se trate de Tompkins, del Pelao Henríquez o de cualquier mortal. Si no, no tiene sentido.

Roberto.