3 de mayo de 2014

LA BANDA SONORA DE LA JUSTICIA II



Buscando una respuesta a mi pregunta ¿Cuál es la música de la justicia? sólo he rondado soluciones parciales y muy personales, casi íntimas. Podría contarles por ejemplo que un amigo defensor asocia el triunfo en un juicio oral a “Sahara Night” de FR David. En mi caso no puedo evitar sentir “For Whom the Bells Toll” de Metallica, cada vez que camino por la explanada del Centro de Justicia en dirección a algún Tribunal Oral. Su ritmo lento y pesado evoca rigor infinito, lo que de algún modo me sirve de arenga. Pero, como la homónima novela de Ernest Hemingway, es una canción sobre la muerte, no sobre la justicia. En tal sentido uno de los aportes más directos a mi búsqueda lo entrega también la banda de San Francisco, con su corte “…And Justice for All” del disco del mismo nombre, aunque en definitiva la debo desechar, salvo como solución irónica, puesto que se refiere a la corrupción del sistema judicial en los Estados Unidos.

Mi llegada diaria al Centro de Justicia se enmarca en una caminata por calle Manuel Rodríguez que, salvo raras excepciones, realizo escuchando mi selección personal de música en formato mp3, en la modalidad de reproducción aleatoria. Esto es, si tengo casi diez mil en el dispositivo, no existen expectativas serias de que alguna aparezca caprichosamente cada vez que camino frente al restaurante “Donde Alfonso”. Pero una canción desafía la lógica y, sobre todo, las máximas de la experiencia, como si el boliche tuviera algún tipo de hechizo. Es “Beatle” de Ataque 77. Pero fuera de aparecer repetidamente en un lugar y tiempo similar sin explicación alguna, y ser ese lugar cercano al Centro de Justicia, su contenido no tiene absolutamente nada que ver con la virtud cardinal. ¿Incidirá en mi desempeño durante el día de manera subliminal? No tengo la más remota idea.

Siguiendo con el rock más bien pesado, en su momento vinculaba un clásico de Iron Maiden a los controles de detención. De cajón: “The Prisoner”. Pero en rigor es una canción sobre la privación de libertad, no sobre la mujer de ojos vendados que sostiene en perfecto equilibrio una balanza. Si siguiéramos con esa lógica podríamos terminar con “The Jailhouse Rock” de Leiber y Stoller, que Elvis convirtió en un emblema del rok 'n' roll. Mas no puedo dejar de destacar el comienzo de la segunda estrofa del track de Maiden, que en castellano dice más o menos: “Si tú me matas es defensa propia, si yo te mato es venganza”. Aunque es otro giro irónico y nos mantiene todavía muy lejos, por ahí va la cosa.

Insisto, mi idea no es buscar música para el sistema procesal penal. Mucho menos un himno para la fiscalía, que por lo demás existe: nos entregaban su letra un papelito para que lo entonáramos a modo de introducción en cada ceremonia solemne en los tiempos de don Guillermo Piedrabuena. Para los que lo olvidaron, o los que nunca lo conocieron, su coro rezaba “Ministerio Público, tus fiscales son huestes de arrojo y tesón que protegen el sentido del honor”. Sin comentarios. 

Seamos majaderos busco la música de la justicia, y sé que Romina, una funcionaria de un compromiso social a toda prueba, tendría una respuesta inmediata y más certera que cualquiera de las torpes ideas que he lanzado: La Cantata Santa María. O quizás alguna de Quilapayún o Inti Illimani que escucha por las tardes mientras envía las solicitudes de audiencia de los fiscales por el sistema de interconexión con los tribunales. Pero no quiero dejar a mis amigos neoliberales afuera ni menos aún insinuar algún tipo de cercanía a la política contingente de un fiscal que, por definición, debe ser apolítico. Aunque eso es evidentemente imposible.

En “The Commithmens”, la novela de Roddy Doyle llevada al cine por Alan Parker; Joey Fagan "The lips", comenta las virtudes del Soul que lo acercan más al equilibrio y la unión del equipo que la filosofía detrás del Jazz: "sonido por el gusto del sonido, sin significado". En estos días escucho a diario a Miles Davis junto a John Coltrane y pese a sentirme mucho más cercano a la música de ellos, reconozco que el argumento del carismático personaje del autor irlandés me parece razonable. Una música cercana al pueblo, accesible a todos, previsible, como darle vueltas una y mil veces a una manzana. Pero con el alma. Sin embargo, creo que ni en un género musical ni en el otro encontraré la respuesta que busco. Tiendo a pensar que está más cerca de la música seria que de la música popular. Evidentemente muy lejos de “Breaking the law” de Judas Priest o “I fought tha law” por los Clash. Para que hablar de las canciones de La Ley o de la interpretación de Lucho Barrios de "Señor Abogado". Pero no sé si más cerca de Mendelssohn o de Bach. Tal vez en el canto gregoriano. ¿Por qué? no tengo una explicación que pueda formular claramente. Sólo opiniones mal fundadas, vinculadas a emociones primarias y lugares comunes bastante simplones. 

Así, incurriendo en un contrasentido primordial, es bastante injusto que no le dé ni la más mínima oportunidad al rap, al hip hop o a la música tropical. Y lo es ya que los descarto de plano, no porque no exista nada en esos ritmos que pueda mostrar universalmente a la justicia como virtud cardinal o como principio rector de la actividad práctica del ser humano, sino porque no tienen nada que ver conmigo. Conversando el tema con mi señora mientras cenábamos me dio su interpretación más que convincente: los conceptos más básicos aparecen en nuestras vidas temprano, y en el caso de la justicia es difícil desvincularla de la estética de superhéroes justicieros que usan los calzoncillos sobre los pantalones. Para ella la música de la justicia es definitivamente una pieza interpretada por una orquesta: "El Tema de Superman", de John Williams. Al decir eso consiguió desconcentrarme, y comencé a pasearme por imágenes de cine y televisión, por distintas series sobre abogados o condimentadas con la participación de letrados. Terminé atrapado en la introducción de la serie "Se hará Justicia" (L.A. Law)

Concluyo escribiendo estas letras de madrugada, sintiendo que he fracasado rotundamente en mi esfuerzo. No sé si ha valido la pena el ejercicio, tal vez las miradas descolocadas de mis interlocutores dieran lugar a ácidos reproches no verbalizados sobre mis especulaciones. Vivimos en tiempos en que todo lo que no tenga utilidad práctica es sinónimo de basura. Quizás alguien terminó extrapolando la lógica a otro tipo de asociaciones, pensando un par de minutos sobre la música del trabajo o la imagen de la justicia. La comida y bebida de la justicia. Tal vez me faltó hablar con un hipster o poner atención a las innumerables corrientes alternativas de tiempos en que hay más bandas que fans. Quizás algo de Arcade Fire o Yo la tengo. Tal vez, como la niña de las flores, fui demasiado lejos y la respuesta estaba en mi jardín, en una suave tonada de un folclorista chileno.

No es pobre consuelo afirmar que fue muy entretenido dar la pelea. Como siempre la riqueza está en el camino y no en la meta. Quizás es música que está por escribirse...


Roberto Rabi


@rabigonz




1 comentario:

Anónimo dijo...

Más de diez mil canciones grabadas!!! Wow!... Hay algo de R.E.M por ahí?

Nombraste muchos temas que dejan la vara alta para pensar en algo más que represente a los abnegados y a veces no bien ponderados conciudadanos que trabajan en la justicia y no sé si con justicia...

Propongo a Juan Carlos Sopa y su tema "Objeción denegada" de 31 minutos, mientras no deja de revolotear en mis oídos Lucho Barrios y su "Señor abogado".... Jajajaja.... (Reí mucho al verlo en tu post) Ahora también puede ser que después de un arduo trabajo en el que por fin terminan algo muy tedioso, no está mal "The final bell" de Bill Conti

De todos los que nombraste, sin duda, me quedo con Metallica.

Un abrazo don Rabingenioso.

Trilce.