3 de mayo de 2014

LA BANDA SONORA DE LA JUSTICIA I

¿Con qué música asocia usted la justicia?

Le he preguntado esto varias personas y casi no he recibido respuestas. La cuestión parece en cierto modo extraña. Convengamos que más frecuentemente relacionamos ciertas canciones o piezas musicales a situaciones, ideas o valores; como el amor, la muerte, el triunfo, la patria, la naturaleza, las estaciones del año, el miedo, la navidad, etc. En algunos casos por razones muy personales. Por otra parte, mientras hay personas -como yo- que vivimos permanentemente con música en la cabeza, sea porque suena en la oficina, en la casa, en el mp3 o simplemente en nuestras mentes; hay otras para las cuales el asunto parece muy distante.

Mi colega y amigo Ernesto Vásquez, por ejemplo, es un amante del silencio. Se fue a vivir lejos del ruido buscando la bucólica tranquilidad de Padre Hurtado, lugar al que llama “una comuna para vivir, soñar, escribir y amar". Cada vez que lo dice menciona los verbos en el mismo orden, con un brillo envidiable en sus ojos. Ha identificado varias especies de aves y sus respectivos cantos, y cuando puede disfruta embelesado de esos suaves sonidos. Un día domingo se acercaba la paz interior, con los trinos de algunas especies nuevas que había identificado, en uno de esos pocos momentos en que un fiscal logra desconectarse del trabajo, cuando su vecino –otro colega nuestro- puso abrupto término a tal paradisíaco momento con “La Medallita” de Chico Trujillo, estrenando su nuevo sistema musical que, cual artillería pesada, barrió implacablemente los alados compañeros de Ernesto. En el fondo, el canto de las aves es música para su alma. De todas maneras mi pregunta inicial no puede encontrar respuesta satisfactoria en él. Menos aún en varios colegas que habitualmente me piden que baje el volumen de los discos que escucho en mi oficina, ya que pierden la concentración en su trabajo. Supongo que si usted es de aquellos que pueden vivir sin música, detendrá su lectura en este punto. Le doy permiso, el relato que sigue es muy bueno también. Pero si le ha atraído la idea, podría abrir una ventana de youtube en su PC o smartphone para verificar los sonidos de las interpretaciones a que voy a mencionar.

Es cierto, a veces la música incomoda. Como cuando desde el teléfono celular de un severo  juez de un Tribunal Oral en lo Penal comenzó a sonar algo parecido a una cumbia argentina, en medio de la lectura de la sentencia de un juicio por homicidio, como para contextualizar, frente a los veinte familiares de la víctima y otros tantos del acusado, los diez años de condena.  Pero a veces nos ayuda a descubrir apasionantes temas de conversación, distintos de leyes y sentencias, que en nuestro mundillo lo invaden todo como una infección.  Lamento haberlo descubierto muy tarde, tratándose de colegas que ya no están tan cerca como antes, o no haberlo aprovechado suficientemente, como en el caso de otros con los cuales siempre pospusimos la charla.

 ¿Qué estás escuchando?, recuerdo que me preguntó con infinito entusiasmo Marcelo Carrasco, cuando los simples pero mágicos acordes de “In My Room” de Van der Graaf Generator colmaban mi oficina. Un punto de partida que dio lugar al intercambio de varios discos, recomendaciones, referencias, etc. Pero nunca pudimos conversar larga y tendidamente. Menos ahora que él está ocupado las 24 horas del día investigando si millones de firmas desafinan o no.  Mucho más cerca, digamos en la oficina del lado, mi compañero Max Krause, quién es tanto o más melómano que yo, y aficionado en particular a la música clásica (aunque los últimos días, pasadas las 19:00 horas, sube el volumen de maravillosas interpretaciones de Franz Liszt, que en rigor es romántico y no clásico) tampoco me ha permitido profundizar en el tema: en cada conversación cercana a teclados, cuerdas y vientos él termina infiltrando, sin darse cuenta, cuestiones sobre prueba indiciaria y lógica del razonamiento judicial.

Insistiendo en mi obsesión inicial –descubrir la música de la justicia- intenté comunicarme con don Oscar Kolbach, quién escribe una columna sobre música seria en la Revista del Abogado. Pero no me ha ido muy bien. Si alguien lo ve por ahí le podría mandar mi recado. Quizás podría inspirar alguna columna suya, si es que no lo ha hecho antes, porque a decir verdad el tema me parece un poco obvio y no tengo todas las revistas. 

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